La adolescencia comienza entre los 13 y 14 años en las chicas y entre los 14 y 15 en los chicos, prolongándose hasta la edad de 17 y 18 o 18 y 19. La adolescencia supone la conclusión del desarrollo que media entre niño y adulto.Se caracteriza por un debilitamiento de todos los parámetros de crecimiento y desarrollo. Si en el joven de 13 o 14 años el aumento anual de estatura y peso alcanzaba en ciertos casos los 10 cm y los 9,5 kg, ahora no se pasa ya de 1-2 cm y de 5 kg (cf. cita de Szögy en Demeter, 1981, 154).
El rápido crecimiento en altura es sustituido por un mayor crecimiento en anchura. Las proporciones se armonizan, lo que incide de modo favorable en la mejora de las capacidades coordinativas. El aumento de la fuerza y la capacidad de almacenar engramas máxima en esta edad– crean unas condiciones óptimas para el progreso de la capacidad de rendimiento deportivo. Dado que en la adolescencia se pueden trabajar las capacidades físicas y coordinativas de idéntica forma y con igual intensidad, esta etapa supone, después de la edad escolar tardía, una nueva fase de mejora intensa del rendimiento motor. Los movimientos más difíciles se aprenden con rapidez y se retienen sin dificultades.
Se observa en esta época una situación de equilibrio psíquico, que tiene su efecto positivo para el proceso del entrenamiento. El equilibrio se basa principalmente en una estabilización de la regulación hormonal, que en la primera fase puberal presentaba aún cambios pronunciados: los mecanismos de regulación neurohumorales entre hipotálamo e hipófisis experimentan un ajuste definitivo; en comparación con la fase anterior, los receptores del hipotálamo, centro regulador jerárquicamente
superior, reaccionan ya con cantidades relativamente grandes de hormonas reguladoras y ponen en marcha los correspondientes mecanismos de retroalimentación (cf. Demeter, 1981, 107). La situación de equilibrio creciente que se observa tras la primera fase puberal está condicionada también por la influencia compleja de la escuela, la familia y la sociedad, que provoca un marcado desarrollo de la personalidad y una mayor integración social.
El rápido crecimiento en altura es sustituido por un mayor crecimiento en anchura. Las proporciones se armonizan, lo que incide de modo favorable en la mejora de las capacidades coordinativas. El aumento de la fuerza y la capacidad de almacenar engramas máxima en esta edad– crean unas condiciones óptimas para el progreso de la capacidad de rendimiento deportivo. Dado que en la adolescencia se pueden trabajar las capacidades físicas y coordinativas de idéntica forma y con igual intensidad, esta etapa supone, después de la edad escolar tardía, una nueva fase de mejora intensa del rendimiento motor. Los movimientos más difíciles se aprenden con rapidez y se retienen sin dificultades.
Se observa en esta época una situación de equilibrio psíquico, que tiene su efecto positivo para el proceso del entrenamiento. El equilibrio se basa principalmente en una estabilización de la regulación hormonal, que en la primera fase puberal presentaba aún cambios pronunciados: los mecanismos de regulación neurohumorales entre hipotálamo e hipófisis experimentan un ajuste definitivo; en comparación con la fase anterior, los receptores del hipotálamo, centro regulador jerárquicamente
superior, reaccionan ya con cantidades relativamente grandes de hormonas reguladoras y ponen en marcha los correspondientes mecanismos de retroalimentación (cf. Demeter, 1981, 107). La situación de equilibrio creciente que se observa tras la primera fase puberal está condicionada también por la influencia compleja de la escuela, la familia y la sociedad, que provoca un marcado desarrollo de la personalidad y una mayor integración social.
Consecuencias para la práctica del entrenamiento:
El equilibrio de las proporciones corporales equilibradas, la estabilidad mental y una mayor capacidad de raciocinio y de observación convierten la adolescencia en la “segunda edad de oro del aprendizaje”. La capacidad de carga psicofísica, similar a la del adulto, y la plasticidad, aún conservada, del sistema nervioso central, típica de todo el período de crecimiento, permiten efectuar un entrenamiento voluminoso e intenso. Hacia el final de la adolescencia estamos ya en la edad de máximo rendimiento en algunas modalidades, y conviene por tanto adoptar casi todos los métodos y contenidos de entrenamiento del deporte de adultos. La adolescencia se debería aprovechar para perfeccionar las técnicas específicas de la modalidad y para adquirir la condición física necesaria.
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