La edad escolar temprana abarca el período del ingreso en la escuela (sexto o séptimo año
de vida) hasta el décimo año de vida aproximadamente.Esta edad se caracteriza por un comportamiento motor al principio casi desbocado, que se va tranquilizando hasta alcanzar unos hábitos normales al final de esta fase. La expresión de este gusto desmedido por el movimiento es un interés por el deporte próximo al entusiasmo; por ello, la cifra de inscripciones en clubes deportivos es máxima en este momento.
Otras características: equilibrio psíquico, actitud optimista ante la vida, ausencia de preocupaciones; la adquisición de conocimientos y destrezas es entusiasta pero carente de espíritu crítico.
La edad escolar temprana es una etapa óptima para el aprendizaje; ello se explica por las buenas condiciones corporales los niños son pequeños, ligeros y gráciles, y su relación fuerza-palanca es favorable– y por la mejora de una serie de capacidades: concentración, en comparación con la etapa previa, diferenciación motora fina y recepción y elaboración detallada de la información (cf. Winter, 1981, 255). No obstante, la capacidad de aprender casi al vuelo nuevas destrezas, desarrollada en alto grado durante
esta etapa, no va unida a una capacidad igualmente desarrollada de fijar los movimientos recién aprendidos. El predominio, aún presente, de los procesos de excitación, asociado a unos procesos acentuados de irradiación de la regulación nerviosa central, provoca una “difuminación” fácil del bucle motor característico de cada movimiento, dificultando así la retención (cf. Hotz/Weineck, 1983; v. pág. 493). Por este motivo, los movimientos recién aprendidos se deberían repetir a menudo en esta edad, para integrarlos de forma estable en el repertorio motor del niño (cf. Demeter, 1981, 77/78).
Consecuencias para la práctica del entrenamiento:
Las condiciones psicofísicas en esta etapa, extremadamente favorables para la adquisición de destrezas motoras (la ampliación del repertorio motor y la mejora de las capacidades coordinativas son el punto central de la formación deportiva durante toda la edad escolar, temprana y tardía), se deberían aprovechar para aprender un gran número de técnicas básicas en la coordinación gruesa y para refinarlas posteriormente. El trabajo multidisciplinar debería ser un asunto prioritario. En modalidades que requieren una formación técnica de varios años, iniciada en un momento temprano (como, p. ej., patinaje artístico, gimnasia de aparatos, etc.) hemos de procurar que se aprenda ya la técnica refinada. No obstante, el entusiasmo de los niños por el deporte se debería aprovechar con una práctica de ejercicios motivadora y acompañada de vivencias de éxito, hasta que se desarrollen actitudes y hábitos que aseguren la continuación de la práctica deportiva durante toda la vida.
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